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viernes, 19 de agosto de 2011

la vuelta del hijo prodigo de rembrandt



Última palabra de Rembrandt se da en su obra monumental de la vuelta del hijo pródigo. Aquí interpreta la idea cristiana de misericordia con una extraordinaria solemnidad, como si se tratara de su testamento espiritual al mundo. Va más allá de las obras de todos los otros artistas del Barroco en la evocación del estado de ánimo religioso y simpatía humana. El poder del viejo artista del realismo no es menor, pero aumentó en penetración psicológica y la conciencia espiritual. Iluminación expresiva y colorido y la magia de su sugerencia técnica, junto con una simplicidad selectiva de ajuste, nos ayudan a sentir el impacto completo del evento.
El principal grupo del padre y del hijo pródigo se destaca en la luz contra una superficie oscura enorme. Particularmente vivo son la prenda irregular del hijo, y las mangas del anciano, que se tiñen de ocre dorado de oliva, el color ocre combinado con un rojo intenso en el manto de escarlata, el padre forma una armonía colorista inolvidable. El observador se despertó un sentimiento de algún evento extraordinario. El hijo, en ruinas y repelente, con su cabeza calva y la aparición de un paria, vuelve a casa de su padre después de largos viajes y muchas vicisitudes. Él ha perdido su patrimonio en el extranjero y se ha hundido a la condición de un criador de cerdos. Su anciano padre, vestido con ropas de gala, al igual que las cifras asistente, se ha apresurado a reunirse con él antes de la puerta y recibe el hijo perdido hace mucho tiempo con el amor de padre mayor.
La ocurrencia es desprovista de cualquier emoción violenta momentánea, pero se eleva a una calma solemne que se presta a las cifras de algunas de las cualidades de las estatuas y le da las emociones de un carácter duradero, ya no está sujeto a los cambios de tiempo. Inolvidable es la imagen de la pecadora arrepentida apoyada en el pecho de su padre y el padre anciano inclinado sobre su hijo. Características del padre hablan de una bondad sublime y agosto, así que sus manos extendidas, no está exenta de la rigidez de la vejez. El conjunto representa un símbolo de todo regreso a casa, de la oscuridad de la existencia humana iluminada por la ternura, cansados ​​de la humanidad pecadora y refugiarse al abrigo de la misericordia de Dios.

el hijo prodigo de bartolome