Alimentado con la oración y la comunión diaria, fortaleció su espíritu para dar su voto con sangre por la libertad de la Iglesia católica. La madrugada del 1 de abril de 1927 fue aprehendido en el domicilio particular de la familia Vargas González; se le trasladó al cuartel Colorado, donde se le aplicaron tormentos muy crueles; le exigían, entre otras cosas, revelar el paradero del arzobispo de Guadalajara: "No lo sé y, si lo supiera, no se lo diría", respondió. Los verdugos, bajo las órdenes del general de división Jesús María Ferreira, jefe de operaciones militares de Jalisco, descoyuntaron sus extremidades, le levantaron las plantas de los pies y, a golpes, le desencajaron un brazo.
Antes de morir, dijo al general Ferreira en el cuartel colorado de guadalajara: "Perdono a usted de corazón, muy pronto nos veremos ante el Tribunal Divino, el mismo juez que me va a juzgar, será su juez, entonces tendrá usted, en mí, un intercesor con Dios". El militar ordenó que lo traspasaran con el filo de una bayoneta calada. Su muerte hundió en luto a los tapatíos.
Antes de morir, dijo al general Ferreira en el cuartel colorado de guadalajara: "Perdono a usted de corazón, muy pronto nos veremos ante el Tribunal Divino, el mismo juez que me va a juzgar, será su juez, entonces tendrá usted, en mí, un intercesor con Dios". El militar ordenó que lo traspasaran con el filo de una bayoneta calada. Su muerte hundió en luto a los tapatíos.
Bajo el grito "Viva Cristo Rey", 10 laicos y tres sacerdotes asesinados durante la persecución religiosa, conocida como Guerra Cristera, fueron declarados beatos en una misa celebrada en el Estadio Jalisco.
Ante unas 60 mil personas, el Cardenal José Saraiva Martins, prefecto de la Congregación de las causas de Los Santos, los proclamó Beatos de los Siervos de Dios en medio de una aclamación general.
De los hoy beatificados, siete son laicos: Anacleto González Flores, Luis Padilla Gómez, Jorge Vargas González, Ramón Vargas González, Ezequiel Huerta Gutiérrez, Salvador Huerta Gutiérrez, Luis Magaña Servín, Miguel Gómez Loza, Leonardo Pérez Larios y José Sánchez del Río.
Los sacerdotes son José Trinidad Rangel, Andrés Solá y Ángel Darío Acosta.
La ceremonia, presidida por Saraiva Martins y el Cardenal Juan Sandoval Iñiguez se efectuó en una altar colocado en la parte norte de la cancha del estadio y del otro lado se colocaron las fotos de los beatos en medio círculo.
A las 17:55 horas, el Cardenal Saraiva Martins dio lectura a la carta apostólica firmada por su santidad Benedicto XVI en lo que los declara Beatos Siervos de Dios.
san toribio romo bendecido por la virgen de guadalupe